Visión general de la
anatomía y salud laboral del sistema respiratorio y digestivo.
Sistema
Respiratorio
La función primordial del sistema respiratorio es
llevar aire (con oxígeno) a los pulmones y de allí a la sangre por
medio de un intercambio gaseoso ayudado por la inspiración. Su
función, a la inversa, es tomar de la sangre el dióxido de carbono,
incorporarlo al aire y expulsarlo del sistema en la exhalación.
Así, inspiramos aire para llevar oxígeno
(indispensable para la vida) a los pulmones y exhalamos para expulsar
el gas de desecho, el dióxido de carbono, un subproducto de la
respiración.
Fig. 1: Movimientos respiratorios de la
caja torácica.
Este proceso se repite de una 16 a 20 veces por minuto
en el adulto y está controlada por el sistema nervioso autónomo que
mide constantemente los niveles de oxígeno y CO2 en sangre
modificando el ritmo según la necesidad. Alternativamente podemos
voluntariamente controlar la respiración por pocos momentos.
La sangre dispone constantemente de oxígeno ya que
siempre queda aire en los pulmones luego de exhalar. Al inspirar, el
aire penetra por la nariz y la boca hacia la vía respiratoria y los
pulmones.
En los pulmones, el oxígeno pasa de los alvéolos
(pequeños sacos de aire) a los diminutos vasos sanguíneos
(capilares pulmonares). Al mismo tiempo se libera el dióxido de
carbono desde los capilares a los alvéolos, que se expulsa al
espirar. En trabajo conjunto con el sistema circulatorio este
intercambio molecular (oxígeno por dióxido de carbono) se repite a
cada una de las células del organismo.
Fig. 2: Principales constituyentes
del sistema respiratorio humano.
Vías aéreas: Las cavidades bucal y nasal comprenden
las vías aéreas superiores, éstas están revestidas de tejido
mucoso susceptibles de inflamarse por medio de reacciones alérgicas,
produciendo congestión, estornudos y ojos llorosos. La cavidad nasal
se ocupa de calentar el aire que inspiramos por medio de cada una de
las vías por donde pasa y lo filtra por medio de los pelos y moco
que siempre están presentes en la nariz. Un funcionamiento normal y
sin obstrucciones de la cavidad nasal permite mantener un ritmo
respiratorio plácido, tranquilo y relajante. Por el contrario, el
tener que respirar por la boca crea angustia, sofoco y una gran
incomodidad.
Laringe: Constituye nuestro órgano fonador y está
compuesto de un armazón cartilaginoso, pocos huesos y musculatura
esquelética fina que nos permite, mediante una columna de aire
ascendente, emitir sonidos y por ende, el habla. Tanto la cavidad
bucal como la nasal terminan en la laringe y en la faringe (que
comunica con el esófago), por ello existe una estructura llamada
epiglotis que cierra el conducto respiratorio (faringe) mientras
tragamos el alimento masticado.
Traquea: es un tubo compuesto de anillos cartilaginosos
que conduce el aire hacia los pulmones. En su luz de pueden
distinguir células productoras de moco y con cilios que tienen un
movimiento ascendente a fin de capturar y expulsar las partículas
extrañas del aire inspirado, respectivamente.
Bronquios: se ramifican a partir de la traquea perdiendo
sección transversal, dividiéndose y subdividiéndose para formar
una red en cada pulmón. Al ramificarse de manera muy pequeña se
denominan bronquiolos.
Pulmones: Son órganos esponjosos que pueden contener
unos seis litros de aire, siendo cuatro litros en una mujer. Contamos
con dos pulmones, el derecho se divide en tres lóbulos, superior,
medio e inferior, mientras que el izquierdo solo se divide en dos
lóbulos, el superior y el inferior. Allí se encuentran los
alvéolos pulmonares, millones de pequeños sacos elásticos de aire
donde tiene lugar el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono.
Cada alvéolo está rodeado por una red de diminutos capilares
sanguíneos. Las delgadas paredes de ambas estructuras permiten al
oxígeno difundirse hacia la sangre y al dióxido de carbono desde
ella.
Fig. 3: Unidad respiratoria.
Diafragma: Es una capa de musculo, de forma abovedada,
que separa el tórax de las cavidades abdominales. En la inspiración
se contrae y aplana aumentando el volumen de la cavidad torácica,
mientras que en la espiración, este se eleva para recuperar su forma
abovedada de descanso, disminuyendo el volumen del tórax. Su
debilitamiento puede ocasionar hernias diafragmáticas, permitiendo
que el contenido abdominal ingrese a la cavidad que delimita.
Membranas pleurales: Son dos capas de membranas serosas
separadas por liquido lubricante que rodean y protegen a cada pulmón.
Un proceso infectivo da lugar a pleuresía, una inflamación por
incremento del líquido de mucho dolor. Poseen conexión
circulatoria.
Fig. 3: Dinámica del intercambio de
líquidos en el espacio intrapleural.
Costillas y músculos asociados: En la inspiración los
músculos asociados a las costillas y del cuello se contraen para
expandir la cavidad torácica y los pulmones llenan el vacío, en
este punto los alvéolos se expanden y llenan de aire que llega de la
tráquea. Las costillas se mueven hacia arriba y afuera mediante la
acción muscular. Al contrario, durante la espiración, los músculos
se relajan y la pared elástica del pecho recupera su posición de
descanso obligando a salir el aire de los pulmones. Las costillas se
hunden hacia abajo y adentro al relajarse los músculos.
Aspectos
de la Salud Laboral del Sistema Respiratorio.
Las enfermedades pulmonares profesionales son tan
comunes que ocupan, no solo el primer lugar, sino las cuatro primeras
posiciones de la lista de las enfermedades laborales más frecuentes
en países desarrollados. En nuestro país, debido a que aún no
iniciamos una industrialización masiva, tenemos aún oportunidad de
evitar que esta tendencia en la morbilidad laboral mundial se repita.
Un manejo de la salud laboral preventiva orientada a
prevenir los riesgos que generan las enfermedades más comunes
tenderá a que evitemos su aparición de manera temprana y nos dará
mas beneficios que invertir grandes sumas de dinero en nuestros ya
colapsados centro de salud.
La ciudadanos de zonas urbanas inhalan 2mg de polvo al
día, en los trabajadores de empresas donde las partículas en
suspensión se mantienen constantes, industrias del cemento y de la
construcción, por ejemplo, esta cantidad de polvo inhalado puede
aumentar de 10 a 100 veces. E
El sistema respiratorio puede proteger de estas
inhalaciones nocivas reaccionando para evitar la mayoría de las
enfermedades, pero si la inhalación es frecuente, es diaria, puede
darse lugar a respuestas agudas y hasta crónicas. Si a esto le
sumamos el exponerse a humos del tabaco y a vapores y gases nocivos,
no resulta extraño el contestar el porque las enfermedades
pulmonares ocupan ese “sitial de honor” en la epidemiología
laboral.
Según el sitio del sistema respiratorio donde se
deposite el elemento nocivo, su dosis, la duración de la exposición,
la susceptibilidad celular pulmonar derivada de la genética y
fisiología del individuo y la alteración de los mecanismos de
defensa del huésped que en algún momento dado se supriman y lo
hagan vulnerable, este golpeado sistema respiratorio va a generar respuesta agudas; que pueden ir desde una simple
obstrucción parcial, broncoconstricción, alveolitis o edema
pulmonar, y respuestas crónicas como asma, fibrosis parenquimatosa y
hasta cáncer.
Fig. 4: Alteraciones de los alvéolos
pulmonares en la neumonía y en el enfisema.
El diámetro de la partícula de polvo y el estado
fisiológico del individuo va a determinar en que parte del sistema
respiratorio se alojará una u otra partícula.
Tabla 1: Localización de las partículas
inspiradas en el sistema respiratorio según su diámetro y estado
fisiológico.
Diámetro partícula (μm)
|
Parte del
Sistema
Respiratorio
|
Estado
Fisiológico
del Individuo
|
>10
|
Mucosa nasal
|
Reposo
|
10-20 (20%)
|
Laringe y Traquea
|
Ejercicio vigoroso
|
3-10
|
Traquea, Bronquios*
|
Reposo y Ejercicio
|
0,1-3
|
Alvéolos**
|
Reposo y Ejercicio
|
<0,1
|
Corriente aérea
|
Reposo y Ejercicio
|
* Esta ubicación
es favorecida por mayor flujo inspiratorio, obstrucción de vías
superiores y
mayor cantidad de
moco.
**Se han encontrado
en los alvéolos con frecuencia fibras de mucha mayor longitud que el
diámetro mostrado
en esta categoría, debido a que su sección transversal muestra un
diámetro que si encaja.
Como es comprensible, según la ubicación de la
partícula una y otra parte del sistema respiratorio que se verá
afectada en mayor o menor grado.
Por otra parte, el efecto de los gases y vapores sobre
cada una de las estructuras del sistema respiratorio obedecerá a sus
características químicas, además de secuestrar y desplazar el
oxígeno ambiental que debería estar entre 22-23% del total de gases
en el aire.
Los gases hidrosolubles, como el amoníaco y el dióxido
de azufre primordialmente se ubicarán en la capa acuosa de la nariz,
en la bucofaringe y en las vías respiratorias superiores en general,
afectándose negativamente estas estructuras.
Si los gases o vapores son de naturaleza no
hidrosolubles, tales como el dióxido de nitrógeno y el fosgeno,
evadirán los filtros acuosos de las vías aéreas superiores y
causarán el daño distalmente, en los alvéolos.
Por esta razón, y debido a la dificultad de evaluar de
manera certera tanto al susceptibilidad celular pulmonar como la
alteración de los mecanismos de defensa de cada individuo, se deben
proteger mediante los carteles de advertencia y equipos de protección
a todos los trabajadores potencialmente expuestos al polvo, gases y
vapores.
Hay profesiones que tenderán a afectar más a los
sistemas respiratorios de los individuos que las ejercen. Los
miembros de los equipos de salud se hallan frecuentemente expuestos a
virus, bacterias y esporas de hongos que tienen la capacidad de
mantenerse en suspensión por lo que la morbilidad de sus puestos de
trabajo debe ser compensada en medidas especiales para evitar la
virulencia.
Los operadores de hornos industriales de ciertas
empresas de alimentos; como las que fabrican embutidos, donde se
emplean sustancias cancerígenas “atomizadas”, el humo líquido
(sustancia que le da ese aspecto dorado y ligeramente quemado que
tanto gusta en los productos ahumados); se exponen a diario a vapores
calientes impregnados con dichas sustancias nocivas, aumentando su
tendencia a sufrir respuestas agudas y crónicas en sus sistema
respiratorio.
Los trabajadores mineros, expuestos a tantos agentes
nocivos y al aire enrarecido, los que laboran en túneles, canteras
de mercurio, fábricas donde se emplea plomo, entre otros entornos
son el objetivo de los profesionales de la salud laboral
especializados en prevenirle a los trabajadores enfermedades del
sistema respiratorio.
Fig. 5: A. Ventilador para respiración
artificial. B. Respirador de Tanque - “Pulmón de Acero”
No solo los riesgos biológicos y químicos pueden
afectar a los componentes del sistema respiratorio. El exponerse de
manera habitual a cambios bruscos de presión y temperatura los
afectarán también con consecuencias desfavorables. Los buzos
soldadores de nuestra industria petrolera son compensados con
jornadas laborales de pocas horas (2 horas diarias) debido a que se
someten rutinariamente a una diferencia de presión de oxígeno entre
la atmósfera y la mezcla de gases del tanque de buceo con que
laboran.
Los que ejercen sus funciones y oficios en cavas
refrigeradas de procesamiento y almacenamiento de alimentos o sus
materias primas, se enfrentarán a enfermedades laborales asociadas a
estos cambios bruscos de temperatura y a la inspiración de
partículas en suspensión de las materias primas que sean añadidas
en la elaboración de los alimentos por lo que se hace necesario la
protección adecuada para cada caso particular.
A continuación una lista con las enfermedades más
frecuentes generadas por el entorno laboral: Amigdalitis, Asma,
Bronquitis, Enfisema, Esclerosis Pulmonar, Pleuresía, Neumotórax y
Neumoconiosis.
Sistema
Digestivo.
El sistema digestivo está constituido por un tubo largo
y sinuoso que atraviesa todo el cuerpo. Su función es proveer al
organismo de los nutrientes y agua necesarios para el funcionamiento
de sí mismo y de todos los otros sistemas que componen el cuerpo
humano.
Para ello realiza la digestión, proceso químico que
consiste en el desdoblamiento de las macromoléculas ingeridas hasta
convertirlas en moléculas útiles al metabolismo celular.
Este tubo grande y sinuoso comprende las siguientes
estructuras: boca, faringe, esófago, estómago, intestino delgado,
intestino grueso, ano. Además cuenta con órganos como el hígado,
el páncreas y la vesícula biliar que vierten sus secreciones dentro
del tubo contribuyendo al proceso digestivo.
Todo el conjunto está revestido en la cavidad abdominal
por el peritoneo.
Fig. 6: Aparato digestivo.
Boca: en la cavidad bucal ocurre la masticación,
proceso mecánico por mediante el cual se trituran los alimentos a
fin de aumentar su relación superficie-volumen de tal manera que se
vean mucho más expuestos a las enzimas digestivas. En la
boca es secretada la amilasa, por las glándulas
salivales. Esta enzima comienza la transformación química de un
carbohidrato de almacenamiento vegetal, el almidón, la cual va a ser
completada en el intestino delgado.
Faringe: Es una estructura en forma de tuvo que ayuda a
respirar y está situada en el cuello y revestido de membrana mucosa.
Ella conecta la nariz y la boca con la laringe y el esófago por lo
que es un área de transición por donde pasa aire y alimentos. Forma
parte tanto del sistema respiratorio como del sistema digestivo. Mide
unos trece centímetros en el ser humano y se divide en nasofaringe,
orofaringe y laringofaringe. Estas dos últimas regiones de la
faringe están delimitadas por una estructura cartilaginosa, la
epiglotis. Esta obstruye el paso del bolo alimenticio al momento de
la deglución evitando que este ingrese al sistema respiratorio.
Esófago: Es un
tubo largo y recto que comienza en la faringe y termina en el
estómago. Conduce los alimentos y líquidos que salen de la faringe
hasta el estómago por medio de movimientos peristálticos y
esfínteres que hacen que sea posible deglutir en ausencia de la
gravedad y también de cabeza.
Estómago: Es
un saco medianamente flexible, cuenta con membranas mucosas que
segregan ácido clorhídrico y tiene un volumen en el adulto en
reposo de 75 cc. Una vez distendido, luego de una gran comida, puede
aumentar su volumen hasta alcanzar los dos litros (2000 cc). Esto es
posible gracias a que la inervación del estómago en caso de llenura
segrega unas moléculas que activan unas proteínas incrustadas en la
pared estomacal, permitiendo su distensión. El bolo alimenticio es
convertido en quimo dentro del estómago por medio de la secreción
ácida y los movimientos peristálticos que realiza. En el estómago
se segregan diversas hormonas, como la grelina, que envía una señal
al sistema nervioso para que se tenga apetito. En el estómago
comienza la digestión de los lípidos y de las proteínas por medio
de las enzimas del jugo gástrico.
Fig. 7:
Anatomía fisiológica del estómago.
Intestino
delgado: Todo el quimo que sale del estómago ingresa al intestino
delgado. Este es un tubo muy largo de unos 3-4 metros de largo (7-8
metros en el cadáver humano) que se inicia en el extremo distal del
estómago y termina en el ciego del colon. Se divide en tres
sectores, duodeno, yeyuno e íleon, según su morfología y
fisiología particular. En el intestino delgado ocurre la absorción
de los nutrientes provenientes de los alimentos ingeridos. El quimo,
bolo alimenticio transformado por acción del ácido clorhídrico del
estómago, es mezclado con las secreciones biliares, pancreáticas e
intestinales para convertirse en el quilo, objeto de la absorción
intestinal. La pared interior del intestino delgado cuenta con
pliegues y vellosidades que permiten un íntimo contacto con el quilo
facilitando así la absorción de moléculas desdobladas de grasas,
proteínas y carbohidratos.
Fig. 8:
Corte longitudinal del intestino delgado que muestra las válvulas
conniventes cubiertas por vellosidades.
Intestino
grueso: Es un tubo de mayor sección transversal que el presente en
el intestino delgado y se divide en colon ascendente, transverso,
descendente, sigmoide y ano. Su función principal es conducir todo
el material no digerido al exterior del organismo por medio del ano
en un proceso que se llama, defecación. El material no digerido va
perdiendo agua a medida circula por el intestino grueso, agua que es
recuperada al organismo.
Fig. 9:
Funciones de absorción y almacenamiento del intestino grueso.
ígado: Es la
más grande de las vísceras y una de las más importantes por su
actividad metabólica. Es un órgano glandular al que se adjudica
funciones muy importantes, tales como la síntesis de proteínas
plasmáticas, función desintoxicante, almacenaje de vitaminas y
glucógeno, además de secreción de bilis. Es el órgano responsable
de eliminar de la sangre las sustancias que puedan resultar nocivas
para el organismo.
Páncreas: Es
un órgano exocrino que segrega enzimas digestivas que pasan al
intestino delgado. Además es endocrino debido a que produce
hormonas, como la insulina, el glucagón y la somatostatina que pasan
a la sangre.
Vesícula
biliar: Se conecta con el intestino delgado (duodeno) por la vía
biliar común o conducto colédoco. Su función es la acumulación de
bilis, contiene un volumen de alrededor de 50 ml. de bilis que libera
al duodeno. Está unido visceralmente al hígado.
Peritoneo: Es
una membrana que envuelve la mayor parte de los órganos del abdomen.
Está formado por dos capas de tejido conectivo, el peritoneo
parietal, adherido a la pared intestinal y el peritoneo visceral, que
envuelve y rodea cada una de las vísceras. Entre ambas capas se
encuentra un liquido lubricante que permite el movimiento entre
ellas.
Aspectos de
la Salud Laboral del Sistema Digestivo.
La
vida moderna sin duda ha afectado el ritmo al cual nos alimentamos e
hidratamos. Las grandes exigencias de las jornadas laborales de hoy
en día nos deja muy poco tiempo para planificar nuestra alimentación
y mucho menos para un buen reposo luego de las comidas.
Escasamente
masticamos los alimentos que ingerimos y prioritariamente elegimos
aquellos que no parezcan mas apetitosos, favoreciendo el abuso de
especias, condimentos y grasas sin tomar en cuenta el valor nutritivo
y equilibrio que toda ingesta debe tener.
Usamos
sustancias estimulantes del sistema nervioso central como el café,
té y el tabaco a fin de seguir con un buen estado de alerta que nos
permita mantener nuestra eficiencia y eficacia en el trabajo, con
todas las consecuencias negativas que de su consumo de derivan. La
hidratación y la defecación son algunos de los aspectos de nuestra
fisiología que sin duda han sido más afectados por los horarios de
trabajo.
En
muchos establecimientos donde laboran trabajadores, la hidratación
no es fácil debido a que no hay ni permiso ni agua potable
fácilmente accesible para todos los que están trabajando, a pesar
que en la ley este aspecto esta garantizado. Dos evacuaciones diarias
no solo son deseables sino necesarias a fin de que nuestro intestino
esté lo más despejado posible, sin embargo el ritmo de nuestras
vidas nos ha condicionado a que este aspecto de nuestro proceso
digestivo se restrinja a una sesión, casi siempre ejecutada bajo la
presión de nuestra apretada agenda.
No
solo el horario y el uso del tiempo afecta a nuestros sistemas
digestivos, también el aspecto emocional juega un papel fundamental
en su equilibrio. La presión por ser cada vez más productivos lleva
a muchas personas a estados de nerviosismo que afectan la “calma”
intestinal, estomacal y del colon, pudiendo aparecer úlceras e
irritaciones donde antes no existían, de allí que un anhelo de
muchos es ser “su propio jefe” tener un negocio que lleve a su
propio ritmo y la exigencia venga de su propia iniciativa, afectando
muy poco a todos sus sistemas, en especial al digestivo.
En
fin, a la mayoría de las enfermedades del sistema digestivo es
difícil atribuirle un origen laboral debido a que la conducta del
trabajador casi siempre está involucrada, sin embargo podemos hacer
mención de algunas que si bien, no podrán ser objeto de una
indemnización, si podemos prevenir su aparición, mediante un manejo
adecuado de los riesgos que las generan.
Entre
ellas tenemos: Colecistitis, Dispepsia, Dolicocolon, Estreñimiento,
Entero-Colitis (diarreas), Gastritis, Hernias Digestivas, Megacolon y
Úlcera Péptica.
Fig. 10: Úlceras pépticas. H. pylori:
Helycobacter pylori.